Inexplicables sucesos sobrepasan hoy mi inteligencia
mi vanidad, mi ego
y hasta mi propia soberbia.
Espero que llegue el día
en que por fin acoja la determinante convicción
de suicidarme,
mientras tanto
seguiré viviendo de manera cobarde e hipócrita
huyendo de todo cuanto aquello
que me haga dudar.
Esperanzas sobrevaloradas
es lo único que me acompañan
puesto que me encuentro en un deplorable estado de miseria
consecuencia de una vida repetitiva
de errores y fracasos.
Este es el producto
de vivir toda una vida como autómata
de estar programado para vivir y morir
pensar y sentir
vivir… y no vivir.