domingo, 20 de enero de 2013

Cosas que quisiera meter en una vitrina de cristal y dejarlas ahí tranquilas.


El perro de peluche que me acompaño durante mi infancia
todo lleno de mugre por mi impertinente curiosidad,
y con un vocabulario mas extenso que cualquier otro peluche de su edad.

Las horas interminables de falacia patética
con cualquier objeto que tuviera a mi alcance,
jugando, conversando o llorando.

Las constantes expediciones de caminata imaginativa
descubriendo cosas diferentes en los mismos lugares.

Las eternas noches en vela
sangrando sobre las páginas de mis cuadernos personales,
consumido por la soledad
y viciado por la depresión.

La primera vista de tus ojos
tan profundos, tan brillantes
y ver mi futuro reflejado en ellos.

Los segundo preciosos de tu compañía,
retratados todos en una sola imagen
que perdure para siempre.

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