Con el
viento a mis espaldas
me atrevo
a llegar más lejos
a
arrojarme hacia el abismo
sin
volver la mirada atrás
ni que mi
voluntad me traicione en último momento.
La caída
libre de mi cuerpo,
la brisa
besando mi rostro,
la helada
y solitaria noche
abriendo
sus brazos en la inmensa oscuridad
recibiendo
a este pobre mortal
que
regaló sus sueños a un deseo
y derramó
sus lágrimas por una ilusión.
Los
débiles rayos de luna
iluminan mi cuerpo…
pálido,
inerte…
tendido
sobre las rocas,
una
última lágrima corre por mis mejillas
y un último
suspiro, que se perderá en el silencio.
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