Me
estremezco mucho al pensar
en los
inmensos días de hastío
en las veces
en las que inhalaba profundo
y trataba de
aguantar la respiración
hasta que
sentía mis dedos entumecerse
y lloraba…
más no de
tristeza.
Contaba
carros
contaba
personas
contaba las
piedras que encontraba en el piso
y arrastraba
mis pies pesadamente en el suelo
con la
esperanza de desenterrar algo que me produjera placer.
No esperaba
gran cosa
nada
brillante,
grande
o raro, con
encontrar un centavo me hubiera bastado.
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