martes, 27 de enero de 2015

Hola

Me levante tarde esa mañana, bueno, fue el chillar de mis tripas lo que me obligo a levantarme, la sensación de hambre ya se había hecho insoportable, obligándome a salir de la cama.  Me levante, me puse un short y la primera camiseta que encontré, fui al baño, me enjuague los dientes, mire la hora en mi celular: 8:12 am. –Los perros no han comido- , eso fue lo primero que pensé.
                Revise rápido la refrigeradora en busca de unas sobras que poder darles, calenté un poco y llene sus platos, comieron muy ávidamente. Agarre las llaves de la casa, saque la bicicleta y salí a la calle rumbo a la panadería. Es muy aburrido desayunar sin pan, además, desde pequeño desayuno con pan, supongo que sigo haciéndolo porque me acostumbre a comer pan en las mañanas con el desayuno, así que siento raro cuando no como pan por las mañanas.
                A pesar de que el sol ya calentaba, se sentía muy helado, me frote fuerte los brazos antes de subirme a la bicicleta, salude a la señora que vive enfrente – casi 5 años de vivir acá y aún no se su nombre- y comencé a andar. No iba con mucha prisa, a pesar del hambre, me tome mi tiempo para llegar a la  panadería, es porque me gusta mucho andar en bicicleta, así que no me apresure. Atravesé el mercado, había mucha gente, tuve que esquivar muchas carretas y canastos y estuve a punto de levantarme a dos señoras… siempre he sido muy torpe con la bicicleta, y la mayoría de las personas suelen ser muy distraídas cuando van caminando en la calle.
                Salí de la calle del mercado, y cruce en el polvoriento camino de tierra que inicia al costado de la iglesia, alcancé a escuchar algo de ruido desde adentro del templo, supongo que había misa o alguna mierda por el estilo. Justo antes de llegar a la panadería, esta la casa de Lyn… es tan linda, siempre que paso frente ahí, lo hago lo más despacio que puedo, con  la esperanza de verla aunque sea por unos segundos, ya sea a través de las ventanas o saliendo o entrando a su casa. Pero esta vez no tuve suerte.
                Llegue a la panadería, salude al entrar, como hago siempre que entro a un lugar. Allí estaban Marco y Ramón, en su acostumbrado ejercicio de insultarse mutuamente, hasta que alguien dijera algo lo suficientemente ofensivo o gracioso, que alguno de los dos no pudiera responder, ya sea por la risa o el enojo que les causara.
-          Que ondas cabrón-
Era la forma usual en la que me saludaban.
-al suave-
- que tarde venís hoy-
- sí, me acabo de levantar-
- se nota… jajajajajajaja –
- ¡no me jodas! Dame dos coras de pan mejor-

Me despacharon el pan, ya esa hora ya no estaba calientito como recién salido del horno, ya estaba helado, pero igual, me gustaba. Cogí el vuelto, me lo metí a la bolsa y me di la vuelta hacia la salida. Y ahí estaba, quede justo cara a cara de Lyn, quede tan cerca de su rostro que hasta pude sentir su respiración. Ella se me quedo viendo por una fracción de segundo, me sonrío y sus labios pronunciaron un débil – hola- .
                 No fue un gran saludo, solamente un “hola”, se sintió un poco emotivo, como con algo de alegría , como cuando te dirigís a un amigo – o al menos yo así lo sentí – y se quedo ahí, como por dos segundos, mirándome fijamente mientras yo solo me quedaba parado y sin decir nada. Al final siguió caminando hacia el despacho, a comprar pan. Yo seguí ahí parado, respirando de forma nerviosa hasta que caí en cuenta que había dejado ir la oportunidad de devolverle el saludo, e inclusive, compartirle una sonrisa. Trate de volverme hacia ella, contestar el saludo… pero mi momento ya había pasado, ya se había ido, perdí mi oportunidad.
                ¡Rayos!, solo vino a mi mente la canción de la muda:

“no le dijo
No le dijo
No le dijo nada,
Nunca dijo
Nunca dijo

Nunca dijo nada. 

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