Me levante tarde esa mañana, bueno, fue el chillar de mis tripas lo
que me obligo a levantarme, la sensación de hambre ya se había hecho
insoportable, obligándome a salir de la cama.
Me levante, me puse un short y la primera camiseta que encontré, fui al
baño, me enjuague los dientes, mire la hora en mi celular: 8:12 am. –Los perros
no han comido- , eso fue lo primero que pensé.
Revise rápido la
refrigeradora en busca de unas sobras que poder darles, calenté un poco y llene
sus platos, comieron muy ávidamente. Agarre las llaves de la casa, saque la
bicicleta y salí a la calle rumbo a la panadería. Es muy aburrido desayunar sin
pan, además, desde pequeño desayuno con pan, supongo que sigo haciéndolo porque
me acostumbre a comer pan en las mañanas con el desayuno, así que siento raro
cuando no como pan por las mañanas.
A pesar de que el
sol ya calentaba, se sentía muy helado, me frote fuerte los brazos antes de
subirme a la bicicleta, salude a la señora que vive enfrente – casi 5 años de
vivir acá y aún no se su nombre- y comencé a andar. No iba con mucha prisa, a
pesar del hambre, me tome mi tiempo para llegar a la panadería, es porque me gusta mucho andar en
bicicleta, así que no me apresure. Atravesé el mercado, había mucha gente, tuve
que esquivar muchas carretas y canastos y estuve a punto de levantarme a dos
señoras… siempre he sido muy torpe con la bicicleta, y la mayoría de las
personas suelen ser muy distraídas cuando van caminando en la calle.
Salí de la calle
del mercado, y cruce en el polvoriento camino de tierra que inicia al costado
de la iglesia, alcancé a escuchar algo de ruido desde adentro del templo,
supongo que había misa o alguna mierda por el estilo. Justo antes de llegar a
la panadería, esta la casa de Lyn… es tan linda, siempre que paso frente ahí,
lo hago lo más despacio que puedo, con
la esperanza de verla aunque sea por unos segundos, ya sea a través de
las ventanas o saliendo o entrando a su casa. Pero esta vez no tuve suerte.
Llegue a la
panadería, salude al entrar, como hago siempre que entro a un lugar. Allí
estaban Marco y Ramón, en su acostumbrado ejercicio de insultarse mutuamente,
hasta que alguien dijera algo lo suficientemente ofensivo o gracioso, que
alguno de los dos no pudiera responder, ya sea por la risa o el enojo que les
causara.
-
Que ondas cabrón-
Era la forma usual en la que me saludaban.
-al suave-
- que tarde venís hoy-
- sí, me acabo de levantar-
- se nota… jajajajajajaja –
- ¡no me jodas! Dame dos coras de pan mejor-
Me despacharon el pan, ya esa hora ya no estaba calientito como recién
salido del horno, ya estaba helado, pero igual, me gustaba. Cogí el vuelto, me
lo metí a la bolsa y me di la vuelta hacia la salida. Y ahí estaba, quede justo
cara a cara de Lyn, quede tan cerca de su rostro que hasta pude sentir su
respiración. Ella se me quedo viendo por una fracción de segundo, me sonrío y
sus labios pronunciaron un débil – hola- .
No fue un gran saludo, solamente un “hola”, se
sintió un poco emotivo, como con algo de alegría , como cuando te dirigís a un
amigo – o al menos yo así lo sentí – y se quedo ahí, como por dos segundos,
mirándome fijamente mientras yo solo me quedaba parado y sin decir nada. Al
final siguió caminando hacia el despacho, a comprar pan. Yo seguí ahí parado,
respirando de forma nerviosa hasta que caí en cuenta que había dejado ir la
oportunidad de devolverle el saludo, e inclusive, compartirle una sonrisa.
Trate de volverme hacia ella, contestar el saludo… pero mi momento ya había
pasado, ya se había ido, perdí mi oportunidad.
¡Rayos!, solo
vino a mi mente la canción de la muda:
“no le dijo
No le dijo
No le dijo nada,
Nunca dijo
Nunca dijo
Nunca dijo nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario